domingo, 6 de enero de 2008

Gabriela Mistral

En diciembre recién pasado, se cumplieron 63 años desde que Gabriela Mistral recibiera el Premio Nobel de Literatura, siendo la primera vez que este galardón se destinó a alguien nacido en Latinoamérica. Pasarían otros 22 años para que se le otorgase al guatemalteco Miguel Ángel Asturias, en 1967. El 10 de Enero se cumplen 51 años desde el fallecimiento, en Nueva York, de nuestra poetiza, bautizada como Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga.
Nacida en Vicuña el 7 de abril de 1889 tuvo una difícil infancia, con ausencia del padre desde los tres años de edad. Nadie habría imaginado que esa niña, de escasos recursos, criada en localidades rurales, algún día fuese a alcanzar un reconocimiento del más alto nivel mundial.
Sus antecedentes biográficos la describen como una niña esforzada, tenaz, de fuerte personalidad, que comenzó a escribir a los 15 años, con colaboraciones a diarios de La Serena y de Vicuña. Se tituló de Profesora Primaria en 1910 y cuatro años más tarde, obtuvo el primer premio en el concurso de Juegos Florales, organizados por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, con sus famosos Sonetos de la Muerte. Desde entonces siguió la carrera docente y la producción literaria, cambiando repetidamente de residencia en Chile y el extranjero.
Gabriela Mistral, admirada por el mundo, tuvo, sin embargo una vida triste. En un entorno de recelos, cuestionamientos, sufrimientos afectivos y escaso apoyo, fue siempre consecuente con sus inquietudes sociales y la defensa férrea de sus principios. A pesar de los inconvenientes y sinsabores, avanzó en madurez intelectual y en su tarea literaria, hasta plasmar una poesía cargada de afecto y ternura, que le permitió transmitir sus sentimientos a un universo, distante de sus aflicciones y de su sublime superación.
Murió habiendo cumplido su anhelo de ser maestra. Maestra para la infancia universal, maestra para letrados.
La prosa de Gabriela Mistral, poco difundida y rescatada de cartas y colaboraciones a diarios y revistas, es tan admirable como su obra poética. En Abril de 1936 escribió: “Neruda viene , detrás de varios oleajes poéticos de ensayo, como una marejada mayor que arroja en la costa, la entraña entera del mar que las otras dieron en brazada pequeña o resaca incompleta”.
Cabe tener presente que el reconocimiento a sus virtudes literarias ha sido proporcionalmente mayor en el extranjero que en su propia patria. Es grato apreciar como se admira a Gabriela Mistral en Argentina, Méjico y Estados unidos, destacada por críticos y escritores.
Su candidatura al premio Nobel, se comenzó a gestar en Ecuador en 1939 y se propagó por toda América, adscribiéndose las Academias oficiales de Letras Latinoamericanas y la de España. La presentación estuvo a cargo de Hjalmar Gullberg, quien, en parte de su discurso expresó: “He contado la extraordinaria peregrinación que habéis realizado para pasar de la cátedra de maestra de escuela al trono de la poesía.” Ella respondió: Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América íbera, para honrarla en una de sus muchos trabajadores de su cultura. El espíritu universalista de Alfredo Nobel estaría contento de incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural, al hemisferio sur del continente americano tan poco y tan mal conocido”.
Gabriela Mistral se constituyó en un modelo de mujer chilena, llena de talento, que pese a las adversidades, logró sobresalir en el mundo, por sus méritos literarios, esculpidos con las herramientas de la perseverancia, la tenacidad y la consecuencia con sus valores y principios.