Eduardo Bastías Guzmán Nació un 25 de diciembre de 1936 en
la ciudad de Valparaíso, cuna de artistas y escritores. Estudió medicina en la
Universidad de Chile hasta el año 1962, especializándose en medicina interna en
el hospital El Salvador de Santiago y en cardiología en el hospital Carlos Van
Buren. Entre 1976 y 1980 fue jefe de cardiología en el Hospital Naval. Tras
ello, llegó hasta la ciudad alemana de Bielefeld para especializarse en
medicina intensiva, estando cuatro años dedicado al rescate médico. De vuelta en
el país, asumió la jefatura de la unidad de cuidados intensivos del hospital
Gustavo Fricke, con el tiempo fue nombrado jefe de medicina interna, para más
tarde desempeñarse como director del recinto asistencial. Destacado por su
aporte al desarrollo científico humanista, hoy está dedicado a la academia en
la Escuela de Medicina de la Universidad Andrés Bello.
En esta entrevista, habla de su pasión por los cuentos y las
novelas, su paso por Panorama Médico y
su relación desde la infancia con la literatura.
Partió de muy niño en la revista escolar del colegio echando
a volar su imaginación con sus cuentos infantiles. Por ese entonces, estudiaba
en los Sagrados Corazones de Valparaíso, ubicado en la tradicional calle
Independencia, donde su afición era tan fuerte y conocida -dice- que “en la semblanza
del colegio, donde destacaban y describían las virtudes, señalaban que ´Eduardo
Bastías sería un escritor´, sin embargo, nadie presagió que mi vocación profesional
iba a ser la medicina (ríe). De niño escribí muchísimos cuentos y en la
adolescencia seguí haciéndolo, contabilizando hasta el día de hoy más de 200
historias.
Éramos tres hermanos, mi padre ingeniero de la marina mercante
y mi madre una abnegada dueña de casa y vivíamos en el cerro Bellavista. En
aquella época no había redes sociales, ni Internet, ni nada parecido, la única
entretención era ir al teatro o conocer el mundo a través de los libros. Si
estabas enfermo de sarampión, por ejemplo, en tiempos donde no había vacuna, la
lectura era tu mejor amigo. A través de los libros desperté mi imaginación y el
gusto por la escritura, inspirado en las historias de Robinson Crusoe, La isla
del tesoro y los libros de Emilio Salgari. Un compañero de vida”.
Me imagino que, entre tantos cuentos, habrá uno más significativo
¿o no? Uno de los cuentos más significativos lo escribí hace 12 años y fue
reconocido con el primer lugar en Narrativa del Encuentro Latinoamericano de
Médicos Escritores de Buenos Aires y la Liga Sudamericana (2007). Y en lo
personal con cariño lo llamo `el premiado`. “Si no llevara la mula cargada” cuenta
la historia de un vendedor de quesos del altiplano, en el norte de nuestro
país, que junto a su inseparable mula se encuentran en el camino con un
cadáver.
Y el género de novela, ¿cuándo llega a su vida? Ya en la
adultez, más maduro, di el salto y me atreví en 1991 a escribir mi primera
novela llamada: “Donde vuelan los cóndores”. Una novela que complementé mis dos
pasiones: la medicina y la literatura. En ella abordé de manera didáctica el amor
de juventud con la prevención y el contagio del VIH, en momentos donde me
desempeñaba como médico jefe del servicio de Medicina Interna del hospital Gustavo
Fricke y conocí a los primeros pacientes que llegaron al establecimiento.
Un estilo de narrativa en la que no se entregan normas ni
recomendaciones, ya que las enseñanzas son las conclusiones que el propio
lector saca de la obra. “Donde vuelan los cóndores” en un comienzo tuvo dos
ediciones particulares (1993 -1994), distribuidas en establecimientos
escolares. Luego, en 1995, la editorial Andrés Bello hizo 27 ediciones seguidas,
dos fueron con el Ministerio de Educación, también con diario la Tercera y su
Biblioteca Escolar Icarito. Escribirla fue realmente un desafío que decidí
emprender solo, sin conocimiento más que mi experiencia. Porque el género de la
novela es muy distinto a los cuentos. En el último te basas en la anécdota y en
un hecho, en cambio en la novela te centras en las personas y en cada uno de
los personajes y protagonistas, dando forma y fondo a cada uno de ellos. Es
complejo porque a medida que se desenvuelve la historia debes ser consecuente
con el relato del personaje. Me costó alrededor de seis meses terminarla y
cerca de un año y medio corregirla. He sido invitado a distintos establecimientos
educacionales de todo Chile para dar conferencias con escolares y profesores
sobre esta temática, lo que me llena de satisfacción.
Luego de esa experiencia, ¿pensó en escribir otra novela? Que bueno que lo preguntas (ríe), recientemente finalicé mi segunda novela, que se edita este año, pero es más bien histórica y trata en profundidad el conflicto del canal Beagle con Argentina. La escribí porque me pareció interesante abordar un hecho donde Chile estuvo muy cerca, por no decir a punto, de enfrentar una guerra sin precedentes en el territorio, pero que por esos años pasó inadvertida entre la ciudadanía. Está basada en testimonios y algunos personajes ficticios.
Luego de esa experiencia, ¿pensó en escribir otra novela? Que bueno que lo preguntas (ríe), recientemente finalicé mi segunda novela, que se edita este año, pero es más bien histórica y trata en profundidad el conflicto del canal Beagle con Argentina. La escribí porque me pareció interesante abordar un hecho donde Chile estuvo muy cerca, por no decir a punto, de enfrentar una guerra sin precedentes en el territorio, pero que por esos años pasó inadvertida entre la ciudadanía. Está basada en testimonios y algunos personajes ficticios.
Pasando a un tema más personal, ¿cómo es su relación con la
literatura hoy? Hay un escritor y médico, Antón Chejov, que describe -bajo su
particular estilo- lo que muchos sentimos por esta afición. Decía que “él
estaba casado con la medicina y tenía una amante que era la literatura”. Con
los años he tenido la fortuna y la satisfacción de desenvolverme en ambos
sentidos. Siempre he dicho que no me considero un escritor sino más un aficionado,
como quienes se dedican al arte, la pintura, la música y el deporte. Este
interés de los médicos por la literatura creo que viene dado por la cercanía de
la profesión con lo humano, ese ir y venir entre la vida y también la muerte. Transmitir
esas ideas que muchas veces se observan y se perciben y que son temas que uno
vive y enfrenta a diario; en lo que somos, lo que hacemos y que están ahí a nuestro
alrededor.
¿Cómo describe su paso, por cerca de 10 años, en el espacio
“Médicos Escritores? Partí en la revista Panorama Médico como crítico de
libros. Fue tan bien recibida la sección, que sorpresivamente comenzaron a
llegar muchos cuentos de médicos escritores aficionados, por lo que decidimos
abrir el concurso literario y un espacio dedicado a su publicación. Siempre fue
un agrado y nunca un esfuerzo, pero a mis casi 83 años, me parece que es ya oportuno
darle cabida a alguien más para que se haga cargo de esta sección. Son más de
treinta los médicos de la región de Valparaíso que han sido parte de este
espacio literario “Médicos Escritores”, por lo que para cerrar esta etapa de
casi 10 años realizaremos un encuentro el mes de octubre en la comuna Olmué
para escuchar, conocernos y contar cuentos.
Agradezco enormemente la oportunidad que entrega el colegio
médico a través de este magazine a la cultura y las artes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario